Tras el empache navideño y la resaca familiar, hay que volver al mundo real. Adiós arbolitos, villancicos y buenas intenciones. Dejamos la familia, se acabó la calma… volvemos a empezar.
Así que hoy nada de caras largas, una camisa, una corbata y a trabajar!La verdad, en parte me apetecía ya estar haciendo algo útil aunque ahora que estoy aquí en la oficina las ganas de vaguear vuelven a aparecer.
Si no hago nada quiero hacerlo, si hago mucho no quiero hacer nada. ¡Siempre dando el coñazo!
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